Somos esos padres que estamos recién comprendiendo que ya no tienen niños en casa, pero que tampoco son aún adultos. Que estamos en medio de una etapa que nadie nos enseñó a transitar y que muchas veces si nosotros tuvimos ese acompañamiento ideal.

Somos madres, padres, cuidadores, que amamos a nuestros hijos profundamente, pero que a veces no los entendemos. Que los vemos cambiar frente a nuestros ojos: cerrarse, alejarse, responder distinto, y nos preguntamos en qué momento pasó. Nos preguntamos si estamos fallando, si lo hicimos bien, si esto es normal o si deberíamos estar haciendo algo diferente. Y lo más preocupante, nos estamos descuidando a nosotros mismos.

Sentimos culpa. Nos cuesta reconocerlo, pero ahí está. Culpa por gritar, por trabajar tantas horas, por no saber cómo acercarnos, por no saber qué decir. Por perder la paciencia o simplemente por estar agotados. Por no ser la madre o el padre que imaginamos ser. Y una culpa secreta de querer de pronto no tener hijos por un instante.

Solo que, al mismo tiempo, sentimos un amor inmenso, mezclado con miedo, cansancio, frustración. Nos desbordamos. Y no siempre sabemos cómo pedir ayuda. A veces ni siquiera estamos seguros de si “esto” se puede hablar por miedo a ser juzgados.

Pero sí se puede.

Este es un espacio para eso: para decir lo que no se dice, para acompañarnos sin juicio, para entender que criar adolescentes también es una etapa que nos transforma. Que nos confronta. Que nos invita a revisar nuestras propias heridas, límites, miedos y silencios.

Porque nadie tiene todas las respuestas. Pero lo que sí sabemos es que no tienes que hacerlo solo.

Aquí estamos. Para escucharte. Para sostenerte. Para recordarte que ser un padre hasta la madre, también es parte de criar con amor.

Aprende a descubrir cuál es esa historia de amor que después podrás contar.